Formación – Solidaridad Internacional › Foros › El laberinto de los Derechos Humanos y la igualdad para las mujeres en África – III Edición › Módulo 6 › Respuesta a: Módulo 6
Los movimientos surgen como una necesidad para defender el medioambiente y dar respuesta a la desertificación. Son una fuerza de cambio que enfrenta la problemática medioambiental que muchas veces no es atendida por los gobiernos. Por lo general la conciencia ecológica y el compromiso de unos pocos se contagia y se extiende en las comunidades (Wanari Muta Maathai en Kenia, Ken Saro Wiwa en Nigeria y Haïdar El Ali en Senegal…), creando redes que consiguen desarrollan estrategias de acción compartida en defensa del ecosistema y también como reivindicación cultural. Lo hacen mediante el uso de las técnicas sostenibles, a veces ancestrales, que respetan a la biodiversidad y al ser humano y consiguen recuperar zonas degradadas a consecuencia del cambio climático y la insuficiente respuesta de las instituciones. La labor de los movimientos no es sólo de ejecución, crean conciencia social y medioambiental en sus comunidades, y luchan por una justicia también social, económica y de género. La labor de la cooperación al desarrollo debería ser ponerse al servicio de estos movimientos nacidos de la población para conseguir que la brecha entre las políticas gubernamentales y las necesidades de las comunidades vaya desapareciendo. El hecho de que la imagen de África sea la de la inmigración es una estrategia política que esconde deliberadamente las causas que provocan el éxodo. Los millones de dólares que las multinacionales repatrian al año no son noticia, menos lo son la fuga de capitales que estas mismas protagonizan para pagar menos impuestos. Las prácticas ilegales de explotación forestal, pesca, el comercio de fauna y flora silvestre, políticas comerciales que benefician a los países donde se exportan productos africanos… El mundo se beneficia de la riqueza del continente y la cooperación al desarrollo, (como concepto, no hablo de la labor desinteresada de muchos) es la herramienta para promocionar una generosidad que nos convierte en socorredores y no en cómplices del saqueo. Desde la perspectiva propia, el análisis de una cultura ajena es un asunto delicado. El limite lo pondría en el respeto a los DDHH. El patrón cultural no beneficia a las mujeres en ningún lugar del planeta. En ese sentido hay que destacar el valor del ecofeminismo como experiencia empoderante en zonas rurales. Conectando la lucha por el medio ambiente a la explotación de las mujeres, el ecofeminismo es una nueva ciencia social que reivindica de forma pacífica mejor calidad de vida en armonía con el entorno y relaciones personales menos jerárquicas en un escenario de cambio climático y crisis ecológica. Las mujeres dependen más del entorno natural y son en muchos casos las guardianas de ese entorno, son ellas las que cargan con las consecuencias del cambio climático y la mala gestión medioambiental. En África los movimientos ecofeministas como Pan African Green Belt Network, Womin, Concerned Farmers Association por poner varios ejemplos, en los que participan activamente mujeres representantes de comunidades campesinas o mineras, se llevan a cabo iniciativas que cuestionan el poder, el capitalismo, las estructuras patriarcales y las neocoloniales reclamando justicia económica y de género a la vez que luchan por un desarrollo basado en la sostenibilidad ecológica y el respeto a la biodiversidad. El ecofeminismo sitúa a la mujer y al ecologismo en el centro del discurso sobre el desarrollo y creo que es un enfoque extrapolable y la valido a nivel mundial.