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Creo o quiero pensar que la forma de relacionarnos con personas migrantes o descendientes de migrantes se ha ido transformando a lo largo de los años, para bien afortunadamente. Tengo un tío de Angola, llegó a la familia antes que yo, y todavía a día de hoy recuerdo comentarios muy fuera de lugar sólo porque su color de piel era diferente, y eso, que a pesar de ser africano, ya era más vasco (por la cantidad de años que llevaba en Euskadi) que muchas de las personas a las que había que escuchar ciertos comentarios que no voy ni a mencionar (incluso cuando nació su primera hija, mi prima, recuerdo que yendo de paseo por la calle había personas que me paraban y me preguntaban “¿es adoptada?”, sin comentarios…). Él siempre con sus respuestas intentado hacer ver que solo era una persona más, que si su color de piel no llega a ser diferente ni siquiera se hubieran girado a saludar (principio básico de educación) hacía ver que ya en aquellos años nos daban infinitas vueltas de lo que significa la palabra RESPETO.
Respecto a lo laboral (trabajo con menores migrantes, en su mayoría magrebíes) y ya voy a incluir lo que opino de la diversidad cultural en las aulas, desde el punto de vista que me toca, en este aspecto solo puedo expresar rechazo a la manera en la que está dividida el sistema educativo, ya que si que es cierto, que muchos de los menores tiene la enorme dificultad del idioma (aunque esa barrera con el paso del tiempo desaparece) pero eso no me parece suficiente para privarles de relacionarse con personas autóctonas dentro de las aulas. La única opción que tienen casi siempre es la matriculación en centros donde están matriculadas personas en situación de vulnerabilidad, porque de esta manera sólo se genera discriminación y desigualdad social, lo que hace crecer los prejuicios hacia las personas “diferentes”.