Formación – Solidaridad Internacional › Foros › Cómo trabajar la interculturalidad en la educación secundaria › FORO DE DEBATE DE LA UNIDAD 2 › Respuesta a: FORO DE DEBATE DE LA UNIDAD 2
Hasta ahora, toda mi experiencia en centros escolares ha sido en centros con alta concentración de alumnado extranjero. En ellos, la conducta que más me ha llamado la atención es la manera natural en la que se agrupa el alumnado. Es común ver cómo en cada grupo-clase los y las alumnas migrantes se juntan entre ellas, diferenciándose del resto del grupo.
Con el alumnado recién llegado que aún no domina el Euskera y que tiene dificultades con el resto de asignaturas, los docentes tendemos a tener objetivos más bajos. Esto hace que ellos mismos bajen las expectativas que tienen de sí mismos, permitiéndose ir a un ritmo más pausado y sin pretender conseguir lo mismo que el resto. Es cierto que, en ocasiones, es necesario realizar adaptaciones curriculares a estos alumnos porque parten de un nivel inferior en determinadas asignaturas. Sin embargo, esta adaptación debe ir acompañada de un seguimiento en el que el objetivo final sea que el o la alumna pueda seguir el ritmo normal de la clase sin dificultad. Si bajamos eternamente las expectativas con este alumnado nunca podrá incorporarse. Quizá todo esto parezca que está descontextualizado, pues el objetivo de esta entrada del foro es hablar de las conductas de odio entre alumnos, pero considero que este esta es una de las bases sobre las que se sustenta todo lo demás; el profesorado debemos ser referentes a la hora de tratar al alumnado. De lo contrario, terminaremos siendo referentes negativos sin siquiera darnos cuenta.
Además de esto, personalmente durante mi experiencia no he observado conductas xenófobas o racistas durante las clases, aunque soy perfectamente consciente de que ocurren a diario en todos los contextos. En mi caso, el comentario discriminatorio más escuchado en mis clases (prácticamente a diario) es la palabra “maricón” utilizada como insulto entre los alumnOS. Es importante dar a este tipo de términos, así como a los términos racistas y xenófobos, la importancia que tienen, teniendo consecuencias claras que acompañen a la gravedad de la situación.
Por último, no hay que olvidar los microracismos y las actitudes inconscientes que tenemos a diario. Por ejemplo, el otro día un alumno de una de mis clases utilizó el término “color carne” en una clase de 1º de ESO en la que hay dos niños negros. Es importante aprovechar este tipo de situaciones para debatir con los alumnos las conductas que tenemos interiorizadas. En este caso, comenté lo absurdo que era denominar a ese color “color carne” cuando en esta misma clase teníamos un montón de colores carne distintos. Las respuestas y reflexiones de los alumnos fueron súper interesantes. Algunos de ellos ya se lo habían planteado alguna vez, otros simplemente se dieron cuenta en ese momento de que no tenía sentido y les pareció estupendo dejar de decirlo.