Respuesta a: Foro del Módulo 1

#3679
Alberto
Moderador

Buenos días. Algunas reflexiones tardías (y un poco precipitadas, disculpas por adelantado) en esta discusión. Me gustaría mencionar dos aspectos.

El primero es el origen occidental de los derechos humanos. Si bien esto es un hecho, en mi opinión no le quita importancia a su valía, y me atrevería a decir utilidad, para la población de otras zonas del planeta. Yo trabajo en educación a nivel internacional, principalmente en África subsahariana, y en ocasiones se cuestiona la educación occidental hoy en día impartida prácticamente en todos los países. Sin embargo, a menudo esas personas que se oponen no ofrecen alternativa. Sí encuentro en ocasiones personas que proponen adaptar la educación de origen occidental impartida en las escuelas con las tradiciones orales locales por ejemplo. Si bien esta complementariedad me parece oportuna y muy saludable, creo que con los derechos, que son por definición indivisibles, es muy complicado. En una reunión de una ONG en Senegal, se estaba explicando la Convención sobre los Derechos del Niño al personal local. Uno de los directores de área expresó sus reservas a la prohibición del matrimonio infantil, “en base a nuestras tradiciones”. En este caso, la jefa de misión planteó que era una condición sine qua non para trabajar en una ONG de derechos humanos (en este sentido, se imponen esos derechos), pero es mucho más difícil convencer a la población en general, en particular en zonas rurales, con poblaciones que apenas están expuestas al concepto mismo de “derecho”. Situaciones parecidas me he encontrado respecto al derecho a la educación, en particular de las niñas, en países como Malawi, Sur Sudán o Somalia. Sin embargo, una vez que el derecho a la educación es explicado, y apoyado con hechos (proyectos, leyes, becas, etc.), en mi experiencia, la gente acepta de buen grado apoyar el derecho a la educación de sus hijos/as.

El segundo punto, como ya ha comentado al menos una compañera en este foro, es que en la práctica los derechos humanos pueden retroceder, y están de hecho retrocediendo. En Brasil, el actual gobierno, cuestiona los derechos de los pueblos indígenas. La intervención de empresas multinacionales en foros internacionales cuestiona el derecho al agua, a la alimentación, como hemos visto recientemente en la Cumbre de los Sistemas Alimentarios de Naciones Unidas. Grupos como Boko Haram en Nigeria cuestionan los derechos de las niñas a la educación y los derechos en general de mujeres y hombres. Al igual que está pasando ahora a otra escala en Afganistán, estos grupos imponen sus ideas a poblaciones que no cuentan con los recursos para enfrentarse a ellos. En países como Burkina Faso, Níger, Nigeria o Camerún, la falta de capacidad de los gobiernos para contrarrestar la influencia de estos grupos armados, lleva de facto a que se cuestionen derechos básicos. Es fundamental que la defensa de los derechos humanos (y diría de los derechos económicos, sociales y culturales) venga acompañado de recursos y posibilidades reales para que esas poblaciones ejerzan sus derechos. Si no, para muchas poblaciones, son palabras vacías.

Saludos.