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A grandes rasgos, creo que la masculinidad no es algo que se trabaje suficientemente en coeducación. En general, como comentan mis compañeras más arriba, la coeducación per se es un tema que se trabaja poco en los colegios, y qué decir tiene que menos se hace, por lo general, en el seno familiar.
En cuanto a las razones que condicionan el poco trabajo de la masculinidad dentro de la coeducación, una de ellas creo que es la propia historia del movimiento político y social del feminismo. Estas reivindicaciones de igualdad de género han partido tradicionalmente de las mujeres, y a partir de ahí hemos “abierto un melón” que ya no podemos cerrar y dentro del que había muchas más cosas de las que pensábamos (y otras de las que seguro que no somos conscientes todavía). Por la historia de la situación de la mujer, es lógico que las reivindicaciones de igualdad de género surgieran a partir de sus figuras, ya que tradicionalmente han sido quienes de forma más evidente han visto sus derechos mermados en contraste con los privilegios sociales que tenían los hombres. Es cierto y evidente para mí que la sociedad machista ha tenido consecuencias negativas para todos, pero la realidad según la veo yo también es que mientras que los hombres se han “beneficiado” de privilegios que han “compensado” (no sé bien cómo expresarlo de la mejor forma, espero que se entienda) los aspectos negativos, en el caso de las mujeres no ha sido así. Esto ha provocado que, como es lógico, el sujeto político del feminismo haya sido la mujer (y lo siga siendo principalmente) y que la lucha se haya centrado principalmente en señalar esas desigualdades e intentar solucionarlas. Pero también creo que el “sujeto político” del feminismo hoy por hoy deberían serlo las personas en general, porque para mí es un movimiento que debe velar por la protección de los derechos de igualdad de todo el mundo, independientemente de su condición (a todos los niveles).
Todo esto, como resultado (y como veo a diario en las aulas) ha provocado que se haya transmitido la idea (sin ser esa la intención) de que se está criminalizando al hombre por el simple hecho de serlo y de que se están negando todas aquellas vivencias negativas que tienen en su socialización como varones. Y en parte entiendo esta lectura por parte de adolescentes (no tanto de adultos) y creo que es necesario dar un vuelco a esto, pero en parte, como mujer, esto también me resulta doloroso y, en cierta medida, incluso me molesta. Quizá sea demasiado demagogo, pero en los últimos tiempos hemos avanzado en derechos para muchas minorías desprotegidas y me da la sensación de que en este campo en concreto es el único en el que los “privilegiados” se han molestado y han tenido una postura reaccionaria por sentirse ofendidos, atacados, criticados o criminalizados. Y si no es el único de los campos, sí que creo que de los pocos. Insisto en que entiendo esa reacción y veo importante cambiar el chip para solucionar lo que veo como un problema, pero eso no quita que me sorprenda o me decepcione que, en lugar de ser capaces de analizar la situación y reconocer que lo que se está diciendo es real, se haya tomado como una batalla. ¿Quizá tenga que ver con la falta de educación emocional que degenera en una falta de empatía? No lo sé. A veces pienso que quizá el problema haya sido la manera de expresarse o de actuar de las mujeres para reivindicar ciertas cosas. Sin embargo, creo que esa actitud ha hecho que se pongan en primera línea debates que, planteados de forma más “suave”, se habrían quedado en agua de borrajas.
Por otro lado, creo que esta situación también se debe al hecho de que nos falta formación al respecto. Necesitamos saber más sobre la masculinidad desde un punto de vista teórico para ser capaces de analizar la realidad, igual que lo hemos hecho al revés: observar los problemas, reflexionar sobre ellos, deconstruirnos (en conjunto) y empezar a reonstruir. Para mí, esto de la masculinidad es más “nuevo” (aunque hace un par de años ya hice otro curso al respecto). Nos pilla a todos con mayor desconocimiento y ahora que empezamos a ver su importancia y a formarnos más en ello, creo que las cosas irán a mejor y conseguiremos trabajarlo en las aulas y en la sociedad con mayor efectividad.
Respecto a cómo podemos incluir esta temática en la coeducación de forma más efectiva, me pasa como con cualquier tema sobre el que creo que sé poco: en primer lugar, es fundamental la formación. Como he dicho antes, nos falta, incluso a aquellas personas que llevamos años con las “gafas moradas” puestas. Debemos deconstruir también nuestros conceptos de masculinidad y para ello necesitamos saber. A partir de ahí, creo que de forma natural lo iremos incluyendo en la educación en general, igual que hemos incluido otras cuestiones relacionadas con la igualdad.
Por otro lado, creo que también es necesario reflexionar con el alumnado mediante diferentes actividades. No tienen por qué ser siempre talleres (nosotros en el cole, por ejemplo, llevamos tres años trabajando con Piper Txuriak el tema de la masculinidad; hacemos talleres con adolescentes de primero de bachillerato), sino que además creo que debemos incluirlo en nuestro día a día, al igual que transversalizamos la coeducación a través de la ruptura de estereotipos, revisión del currículum (muchas veces, por ejemplo, para incluir a mujeres que estaban invisibilizadas), inclusión de temática LGTBIQ+…considero que es hora de que dentro de nuestros planes coeducativos contemplemos la masculinidad. Hay que hablar de ella mediante talleres, pero también mediante el profesorado, desde Infantil, sin coartar la expresión libre de sentimientos, sin hacerles pensar que deben ser “duros y fuertes” y ofreciéndoles desde edades tempranas referentes relevantes que admiren y que encarnen otras formas de ser y de estar en el mundo.
Por último, como todo en la educación, esto debería ir acompañado de una campaña de sensibilización especialmente familiar, pero también social. Es necesario “educar” en ello a toda la sociedad, pero es fundamental ofrecer a las familias de los escolares un espacio en el que reflexionar sobre ello. Muchas veces ocurre que no sabemos cómo actuar con algún tema o no somos conscientes de los mensajes “ocultos” que mandamos a los niños y a las niñas hasta que alguien no saca el tema y nos habla de ello, simplemente porque es algo sobre lo que nunca nos hemos parado a reflexionar.
En definitiva, creo que la base fundamental para mejorar ese aspecto es el aprendizaje, la formación y la educación en todos los ámbitos sociales, entendiendo y dando a entender que hablar de problemas de “mujeres” no implica negar los problemas de “hombres”, ni que unos sean víctimas y otros verdugos por el género con el que se identifican, ni que haya criminalización… Sino simplemente siendo conscientes de que todo esto se hace y se tiene en cuenta con el objetivo de crear una sociedad mejor.