Respuesta a: Foro módulo 2

#4089
IñigoMB
Moderador

Hola a todas y todos/Arratsaldeon,

Llego un poco tarde a este foro, pero ello me ha permitido poder leer respuestas y comentarios muy interesantes. Probablemente poco pueda añadir a lo que ya ha sido dicho, pero aún así me gustaría comentar.
La violencia entre adolescentes chicos es un aspecto que, según mi opinión, quizá ha sido durante muchos años obviado e, incluso, aceptado como inevitable. Que, desde niños, los chicos acaben pegándose para dirimir sus disputas o utilicen un lenguaje excesivamente violento (siempre ha estado mucho más aceptado que los hombres utilicen expresiones malsonantes o insultos en el habla cotidiano) no ha sido, generalmente, objeto de crítica o un análisis más profundo. Ello acaba contribuyendo a que dichas conductas se mantengan en la adolescencia y puedan acabar, si bien quizá de forma más velada, desarrollándose en la etapa adulta.
Como consecuencia, creo que esta forma de actuar acaba calando en la personalidad de muchos de estos adolescentes y, debido a que se trata de una actitud que sobresale y permite intimidar a quien no actúa de forma semejante, acaba imponiéndose socialmente y siendo, incluso, admirada y deseada cuando la parte de violencia física está oculta. Como ya han comentado compañeras y compañeros anteriormente, este tipo de actitudes son consideradas socialmente como atractivas, especialmente en la adolescencia pero también entre las personas adultas. A gran escala, esta realidad acaba contribuyendo a la perpetuación de la masculinidad hegemónica.
Una de los resultados directos más graves de aceptar está agresividad y violencia es que dicho aspecto acabe siendo un factor importante en el desproporcionado número de homicidios perpetrados por hombres. Si bien es una consecuencia extrema, no deja de existir una cierta relación entre ambos hechos.
Al mismo tiempo, la desproporción y el número de suicidios en hombres tiene relación con la masculinidad hegemónica probablemente de muchas formas. Por un lado, la consecuencia de la agresividad y competitividad propia de este tipo de masculinidad puede resultar en la discriminación y abuso hacia hombres que no encajan en ese perfil, afectando seriamente a su salud mental. Por otro lado, para aquellos hombres que sí encajan en este perfil, el individualismo, el “silencio emocional” y la incapacidad de gestionar el fracaso pueden acarrear las mismas consecuencias.
Por ello, sí que considero que el trabajo de las nuevas masculinidades es crucial para el avance hacia una sociedad igualitaria. Como se ha comentado en entradas anteriores del blog, es muy importante que en este aspecto contribuyan las familias desde el ejemplo, por lo que sería interesante realizar un trabajo educativo también con ellas. Por supuesto, la educación formal y no formal son claves, y en ello se debe incidir, pero lo que los adolescentes ven más de cerca desde pequeños y lo que más les influye inicialmente es su familia, y las actitudes adquiridas en este ámbito son las más arraigadas y difíciles de cambiar. Es por ello que crear conciencia de igualdad y dar más visibilidad a las nuevas masculinidades (concepto del que mucha gente no ha oído hablar) debe ser un imperativo para hacer ver cada vez a más hombres que la igualdad también va con ellos y que también les beneficia.