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Buenas,
Muy interesantes y enriquecedoras todas las aportaciones.
En primer lugar,coincido con las compañeras cuando señalan que la masculinidad hegemónica está muy arraigada en la sociedad. Creo que tanto es así, que a mi modo de ver incluso aquellos hombres que se ubican así mismos entorno a una masculinidad alternativa como pueda ser la cómplice, no terminan de renunciar a sus privilegios en el ámbito público y su aporte en el ámbito privado no pasan de ser concesiones a modo de pinkwashing. Es más, incluso teniendo un discurso aprendido y una práctica bastante activa en ámbito público, en el privado siguen reproduciendo roles de género, especialmente, entorno a los cuidados.
Ademas, es cierto que de igual manera el propio sistema patriarcal en todas sus dimensiones, perpetuado y alimentado por el capitlismo no favorece el cambio de paradigma. Como comentaba el compañero Iñaki, el capitalismo es maximización del beneficio y se basa en el homo economicus, un ser completamente plano, masculino y que solo tiene en cuenta su satisfacción personal, lo que perpetua esos roles de género reflejados en la masculinidad hegemonica (superación, éxito, agresividad…).
Haciendo alusión a la pregunta del moderador, no es casualidad la división sexual del trabajo. Son los trabajos mejor reconocidos, más notorios públicamente, que cuentan con autoridad, los arriesgados, físicos y más visibles los ocupados por los hombres. En tanto que aquellos relativos a los cuidados o donde se presupone una necesaria empatía o sensibilidad se asocian a las mujeres. Cuando alguno de lo segundos está ocupado por un hombre, por lo general en al historia se le ha considerado, débil o afeminado y solo ha sido notorio públicamente si ha logrado un gran éxito…como sucede en el caso de las mujeres, pero gozando del privilegio de ser hombre.
Por todo ello, creo que generar espacios de debate y reflexión, sobre estas cuestiones que afectan a las personas y a la sociedad en todas sus dimensiones, desde edades tempranas, tanto fuera como dentro del hogar y las aulas es muy importante para construir un sociedad más igualitaria.
A fin de cuentas ambos colectivos somos víctimas de un mismo opresor, el patriarcado y la lucha para derrocarlo tiene varios puntos de encuentro.