Respuesta a: Módulo 1

#680
Paula
Moderador

Hola a todas!
Un debate fascinante y nada fácil…. Creo que voy a posicionarme en el otro lado de la balanza Laura 😉

Ante la primera pregunta yo diría que sí: tiene sentido valorar los acontecimientos históricos previos a la revolución francesa. Por mucho que los parámetros morales fueran diferentes, se registran denuncias y gritos de auxilio -quiero decir consciencia sobre el abuso- desde mucho antes de los DDHH (y aquí pondría un cuadro de Artemisa Gentileschi). Cuanto más analicemos más entenderemos. Pero añadiría “los acontecimientos históricos previos Y POSTERIORES MÁS ALLÁ DE EUROPA”. Sigo sintiendo un gran vacío en la agenda educativa respecto a los sucesos en el resto de continentes que nos impide comprender realmente la coherencia de los DDHH y sus fórmulas sobre el resto de la ciudadanía mundial. El esfuerzo por actualizar nuestras estanterías e investigaciones debe ser inmenso y personal -me lo estoy diciendo a mí misma- pero el resultado creo que merecerá la pena.

La palabra universal me despierta alarmas. ¿Quién tiene derecho al universalismo?

Como leemos, en su día (allá en 1789), la Declaración de los Derechos del Hombre creyó culminar el reconocimiento de las libertades del ser humano. Sumado a la misoginia del discurso de Kant y Rousseau, las distinciones de raza y sexo quedaron olvidadas dándole una ilusoria dimensión universal que no incluía a la mitad de la población humana formada por mujeres.

Entonces las feministas ilustradas reivindicaron la inclusión de las mujeres en la universalidad de los derechos.

El “feminismo universal”, dando visibilidad a la otra media población que había sido excluida, creyó (o sigue creyendo) proclamar los DDHH para todas las personas. Pero como sabemos, peca en representar a las mujeres del mundo como un grupo homogéneo con los mismos objetivos pero en distintos estados de desarrollo.

Así el universalismo resulta vacío de nuevo ya que, como podemos leer y escuchar a nuestras compañeras críticas poscoloniales, las desigualdades son multidimensionales (por sexo, etnia y clase) y no únicamente de género.

Viendo cómo el discurso del feminismo occidental -a través de la hegemonía y el poder académico, mediático o editorial del que goza- ha legitimado su agenda política como la única válida, ignorando las inquietudes del resto de feminismos, sospecho enormemente del resto de formulaciones de DDHH.

Otra reflexión nocturna!