Respuesta a: Módulo 1

#725
Silbe
Moderador

Muy buenas! Desde luego es un tema complejo. En mi opinión, según la perspectiva que tratamos en este curso, que son predominantemente una perspectiva histórica y de género, tiene sentido tanto en cuanto ambas perspectivas son críticas. El surgimiento de los DDHH en un contexto concreto sí que le resta universalidad y validez. Quizás aplicarlos en Europa, o en las sociedades capitalistas occidentales donde los valores son similares sí que tenga sentido si se busca una universalización del código de conducta de los estados frente a la ciudadanía. Si vamos un poco más allá, yo creo que las sociedades no occidentales que fueron desmanteladas a lo largo de toda la historia colonial se encontraron, como en el caso de África, en un punto de no retorno en donde la única salida efectivamente es adherirse a los DDHH internacionales. ¿Qué quiero decir con esto? Situándonos en un tiempo remoto, que no tiene por qué ser exactamente real pero que nos ayuda a pensar, podemos visualizar una comunidad sin contacto con Occidente, con su cultura propia, e imbricada en ella, todos sus aspectos reguladores de la vida y el pensamiento como lo son la economía, el sistema de parentesco, el sistema de creencias, género, etc. Son en definitiva, sistemas culturales totales, mal llamados primitivos, que incluso hoy en día nos pueden ser completamente ajenos. Bien, pues si una identidad, pueblo, llamarlo como queráis, radicalmente distinta instaura sus códigos de comportamiento fragmentando los lazos de comunidad, reconvirtiéndolos, despojándolos de sus sentido, redistribuyendo e ordenamiento social, etc. esa comunidad va adaptándose a su nueva realidad produciéndose en muchos casos la propia precarización de sus habitantes al contacto con ese capitalismo que poco o nada tiene de social.
Sería muy osado afirmar que las desigualdades de los pueblos precolonizados eran más o menos injustas desde nuestro punto de vista pero lo que desde luego se puede afirmar es que eran propias de esa sociedad en concreto y como tal, poseían mecanismos de regulación (místicos, culturales, sociales, trabajo, roles) para gestionarlas. Lo que es profundamente erróneo y eurocentrista es tomar por injusto o como una violación de “los derechos humanos universales” prácticas que, sin entrar a valorar si van en contra de la dignidad de las personas o no, son profundamente desconocidas a un nivel general.

El problema principal a mi parecer, dejando al margen esta especie de imagen burda que he intentado utilizar como medio de explicación, es la falta de localización de las desigualdades sociales y las herramientas para gestionarlas. Por otro lado, es de un colonialismo intelectual y moral evidente el hecho de que las primeras redacciones de los Derechos Humanos hayan sucedido en países responsables de lidiar las guerras por recursos. Es tremendamente irónico que tras las barbaridades cometidas (por supuesto estaban todos muy traumatizados y asustados tras ver Auschwitz) se líen a redactar un código de conducta que a partir de ahora va a hacer que las sociedades se desarrollen moralmente en el pacto de la no violencia (salvo todos los conflictos armados acontecidos desde la Segunda Guerra Mundial hasta hoy).

El caso, y llegando ya un poco a lo que verdaderamente quería decir, es que los DDHH no me parece que siempre puedan ser aplicables a todas las sociedades pero que desde luego muchas de ellas se han hibridado (con más o menos dosis de violencia) tanto con la cultura occidental que difícilmente pueden adscribirse ya a lo que pudiera ser un código de conducta identitario y remoto. Por tanto, y llegadas a este punto, está claro que muchas de estas necesidades son universales (el caso de la propiedad privada es un claro ejemplo) y hay que obligar a los estados a solventarlas aunque sea en nombre de la universalización hegemónica de los valores.