Respuesta a: Módulo 2

#788
María
Moderador

Buenas noches,
Es muy interesante leer todas vuestras reflexiones. Sobre la pregunta de si tiene sentido penalizar prácticas como la MGF, en mi opinión sí tiene todo el sentido porque va en contra de la dignidad humana, principio fundamental de los Derechos Humanos. No todo vale en nombre del respeto a la diversidad cultural si no, podríamos caer en un relativismo cultural que justificaría muchas prácticas machistas o racistas en nombre de las tradiciones y la cultura.
Como tal vulneración de Derechos Humanos y forma de violencia contra las mujeres, la erradicación/prohibición de la práctica está recogida en distintos instrumentos de Derechos Humanos y de desarrollo humano; por ejemplo, el Parlamento Panafricano prohibió la práctica en agosto de 2016 para sus 50 estados miembro y la Agenda 2030 incluye una meta específica en el ODS 5, relativo a género: Meta 5.3 Eliminar todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina.
Además, las culturas y tradiciones no son inamovibles, van evolucionando igual que lo han hecho en Europa – aquí también hubo prácticas socialmente aceptadas que ahora no toleraríamos como sociedades – y las sociedades africanas están experimentando esos cambios; muestra de ello es que cada vez más países incluyen la MGF en sus códigos penales y en sus planes de sensibilización.
Hay que tener en cuenta que los cambios culturales y/o educativos pueden ser lentos, pueden tardar varias generaciones en asentarse y además, implican gran cantidad de recursos para llegar a poblaciones de zonas rurales y remotas. Por ello, y a la vez que se trabaja en sensibilización a la administración y a la sociedad en general, es necesario prevenir este tipo de prácticas a través de dos vías principales: la detección y protección de niñas en riesgo de ser mutiladas y la penalización de estas prácticas en los países en los que se contempla como delito en sus ordenamientos jurídicos. En el caso de Kenia, por ejemplo, se lanzó un plan para la erradicación de la MGF con vigencia 1999-2019 y se prohibió por ley nacional en 2011; sin embargo, la práctica sigue existiendo en algunas zonas y comunidades. Por ello, confiar sólo en la educación condenaría a muchas niñas a sufrir la práctica hasta que la sociedad estuviese concienciada y, por otro lado, es posible que creen grupos que sigan defendiendo la práctica. Por ejemplo, aquí llevamos años con campañas sobre los efectos de las drogas y somos un país que está a la cabeza europea en el consumo de algunas sustancias.
Por lo anterior, y teniendo en cuenta la complejidad del abordaje de estas prácticas y lo arraigadas que están en algunas ocasiones, creo que la estrategia para su erradicación debe ser múltiple: penal, educativa y, sobre todo, protectora de las niñas y mujeres que han sufrido o pueden sufrir la práctica.
Saludos,
María