Formación – Solidaridad Internacional › Foros › El laberinto de los Derechos Humanos y la igualdad para las mujeres en África – III Edición › Módulo 4 › Respuesta a: Módulo 4
¡Muy buenas noches mujeres sabias!
Aquí os dejo dos películas maravillosas de directores africanos relevantes con las cuestiones que se plantean:
-La película “Sarraounia” (Me Hondo, 1986), es un antídoto contra esa “historia universal” que nos contaron y que únicamente cubre un 10% del universo y que olvida por completo las experiencias africanas. Además de que cada fotograma es una obra de arte, cuenta la historia real de la joven reina Sarraounia -Azna, Hausa, en ahora Nigeria- , una de los pocas líderes que resistió a los avances de la colonia francesa del sanguinario Paul Voulet. Un ejemplo brillante de cómo a través del cine podemos combatir el “síndrome del cíclope” (Bonnie Anderson) -limitación de la mirada tuerta de un único ojo viril – que conlleva a que los estándares euro y androcentristas se asimilen como universales mientras los femeninos se perciben como meras curiosidades a único interés de las mujeres. Creo que la película y el propio ejemplo de esta lideresa también ayuda a romper con ese “imaginario social” más generalizado acerca de las mujeres africanas.
-Por otro lado, La petite vendeuse de soleil (Djibril Diop Mambéty, 1998), relata la situación de miles de niñxs ejerciendo esa economía sumergida de la que habla el material que hemos leído. Sinopsis:
“En Dakar, la venta ambulante de periódicos siempre ha sido una actividad reservada a los chicos, pero una mañana, Sili, la pequeña mendiga, lo pone en duda. Debe tener entre 10 y 13 años de edad y vive en la calle desplazándose con la ayuda de muletas. Pide en el mismo lugar donde los chicos venden los periódicos. Pero hoy, estos la agraden con violencia y rueda por el suelo. Está decidido. Ella también venderá periódicos, como todo el mundo.”
Estos meses de cuarentena han supuesto un curioso aprendizaje en mi equipo laboral. Como el resto del planeta, nos vimos forzadas a digitalizar nuestro trabajo pero en un contexto donde nuestras contrapartes no tienen acceso a internet y a todo el material que este ha brindado durante los meses de encarcelamiento -clases, exposiciones virtuales, reuniones, conciertos, etc-. Mes a mes íbamos observando desgraciadamente cómo empeoraba aún más la situación económica de aquellas personas desconectadas.
Por otro lado, para nuestro asombro, observamos en algunas de nuestras actividades, un aumento de presencia femenina. Eran aquellas que por un sin fin de obstáculos no accedían a nuestro local en época pre-covid -por ejemplo por la falta de iluminación en sus barrios- pero que quizás sí podían seguir un debate por Whatsapp con nosotras desde sus hogares.
Sin duda, es imprescindible reducir la brecha digital.